en la IV Jornada de Carteles del Colegio Ecuatoriano de Psicoanálisis 15 de enero del 2000 |
Mesa: El cartel y sus productos en el siglo XXI
LA FUNCION DEL MAS UNO, ni más, ni menos. |
He sido convocado por el colegio para decirles algo a Uds. sobre la función del "+1" en los carteles,
en el contexto imaginario del cambio de siglo. Para esto he investigado en varios textos de la
biblioteca del Colegio, servicio que agradezco, ligándolo a mi experiencia
como "+1" en el cartel "Kant con Sade". Por lo menos, puedo decir que esto ha enriquecido la comprensión de mi responsabilidad como "+1". Esta es una responsabilidad inventada por Lacan, cuando elaboró su teoría del cartel, como organismo básico de la Escuela, y como soporte para la continuidad del síntoma tranquilizador del psicoanálisis, como un espacio para evitar desviaciones. Síntoma, porque es una manera de transar con lo real, buscando nombrarlo a cada paso lógico. Sólo se sigue la ley del significante, el cual se define en su oposición o diferencia con otro. Un significante sólo puede existir para otro significante, y en la cadena que despliega, siempre hay uno más que falta. No solamente es uno por uno sino que siempre hay un "mas uno" faltante. Y esto tiene que ver con la estructura del cartel. EL cartel es un significante escogido por Lacan que, como algunos de Uds. saben, etimológicamente tiene los siguientes referentes: "Cardo", que en francés designa a las plantas espinosas. El Cartel no es un lugar para estar cómodos, como en el resto de grupos, donde las identificaciones imaginarias, no cuestionadas, inhiben el trabajo simbólico. También significa bisagra, en latín, que evoca la articulación de dos piezas móviles. En inglés, designa la alianza entre empresas que tienen un interés común en la producción. En español alude a un texto escrito. Cartel también hace referencia a la nota que el desafiante enviaba a otro para retarlo a duelo. Es decir, desafiar la ignorancia, para saber. De esta manera, los cartelizantes establecen una alianza temporal para abordar el malestar en la escuela, trabajando y produciendo un saber escrito sobre el sicoanálisis. Porque de eso se trata en el cartel: es un espacio para la transferencia de trabajo sobre el sicoanálisis, con trabajadores decididos a hacerlo. Con esa condición, está abierto para todos y todos los que ingresan al Colegio, ingresan a título de cartelizante y, como tales, están con cierta igualdad de condiciones para hacerlo, los analistas y los no analistas. Los analistas se equiparan con los no analistas, porque de alguna manera, los analistas no están seguros en la Escuela. Sólo se autorizan de si mismos, no a otros, ni tampoco son poseedores del saber ni se forman como líderes, como en el discurso universitario. De hecho, también Lacan se inspiró en los grupos estudiantiles formados en la universidad en la década del 60, que querían producir su propio saber, en oposición a la docencia universitaria. En defensa del Cartel, quisiera señalar que el discurso universitario, como varias veces ha comentado J.A. Miller, se pretende transmitir un saber completo, acabado, que el estudiante tiene que aprender, y ese aprendizaje se mide para establecer si es apto para "aplicar un saber". Son cursos fijos que tienen que "pasarse", con la aprobación del maestro. El maestro organiza el saber y la institución emite un título de "licenciado" , es decir, tener licencia para enseñar, o quizás para matar el deseo de saber. Hay una jerarquía de saber, puesto que luego se recibe de "doctor", es decir el "docto" en una especialidad, y luego de "master", es decir, en inglés, "amo", amor del saber. Es cierto que los avances pedagógicos en algunas universidades buscan amortiguar los efectos de estructura del discurso universitario, que son fundamentalmente, el aburrimiento, y la congelación del saber. Sin embargo, es difícil con este esquema, la renovación. Quien se encarga de la renovación es la ciencia, que se encuentra, sobretodo, fuera del claustro académico. Allí en todo caso hay creación y el científico serio, siempre termina autorizándose de sí mismo, a tal punto que algunos fueron quemados en la hoguera de la Inquisición y otros condenados por las Universidades como locos. Los que son llamados a la Universidad, aceptan inscribirse a condición de una absoluta libertad de investigación. Lacan prefirió tomar el nombre de Escuela, según la antigua tradición griega, tal como lo testimonia Platón cuando habla de Sócrates. Se trataba de un maestro que era admirado por la manera como decía muchas cosas. La gente interesada lo buscaba y se producía un diálogo constante. Sin embargo, Sócrates, el gran maestro, afirmaba "sólo sé que nada se", y por allí comenzaba la producción de saber, provocando hablar a sus "discípulos". No era un saber congelado. Cuando hablamos de una Escuela, aquí no se trata de una asociación de amos, excluyente, que aprueban o desaprueban. Lacan siempre desconfiaba de las diferentes modalidades del discurso del amo. Entonces ¿En qué se confía? El supuesto saber en el cartel es la transferencia de trabajo. En eso se confía. Por otro lado, los grupos pequeños han tenido muchas veces en la historia efectos decisivos. Los equipos de trabajo de los científicos alrededor de un tema de investigación, la organización comunista basada en "células" de partido, dedicadas a "concientizar" al esclavo asalariado. También las logias secretas y conspirativas de los precursores de la Independencia en nuestros países, de origen francmasónico ilustrado. Ellos fueron los líderes del movimiento político liberal-anticlerical, hasta comienzos del siglo XX en América Latina, cuyos efectos fueron las repúblicas democráticas que hoy conocemos y vivimos. Luego en el siglo XX, desde el taylorismo, como teoría de la administración, se han desplegado hasta nuestros días, diversas teorías y técnicas sobre la elaboración en grupos de trabajo de todo tipo, diseñados para las diversas organizaciones sociales. Esto influyó en las terapias grupales y lo que hoy se llama sicología organizacional, que es un instrumento sofisticado para elaborar saber tecnificado a favor del amo moderno, que ha logrado "éxito" en la búsqueda de "efi-ciencia", lo cual se justifica dentro de ese discurso. Pero en el cartel se trata de destilar lo real, de cernirlo, desde el punto de vista del discurso psicoanalítico. Cada uno realiza una producción individual que se la expone al grupo. Cada uno pregunta al otro y a sí mismo, sobre lo que no les parece claro, porque el trabajo se fundamenta en la falta, en el deseo de saber. La estructura de cartel establece algunas reglas para que esto funcione, y para hacerlo, es importante disminuir al mínimo posible el efecto imaginario de grupo y la adhesión identificatoria a un líder, porque eso inhibe la producción simbólica sobre lo real. Para formalizar esas reglas, Lacan tomó prestado de las matemáticas y la topología, algunos conceptos. El hecho que la cantidad de miembros del cartel sean cuatro más uno, igual cinco, se puede relacionar con los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. A su vez, algo tiene que ver con los cuatro discursos, que de alguna manera están presentes en el cartel. Pero sobre todo, se articula con la metáfora paterna, donde están incluidos el hijo, la madre, el falo y el padre, como fundadores de un sujeto. Hay una relación de conjunción y disyunción entre cada uno. Aquello de real que está más allá del Edipo o metáfora paterna lo podemos denominar como el "más uno". Se dice además, que el cuatro es el número entero más perfecto, porque es el único que es múltiplo y divisible de sí mismo, y que "cuadra" cuando sus elementos de suman o se restan. Esto significa que hay cierta homogeneidad de relación entre sus elementos. En culturas antiguas, como el caso de la cosmovisión andina, para dar cuenta de las reglas sociales de intercambio, de reciprocidad, complementariedad y redistribución, sobre el plano horizontal de la construcción mítica fundamental, todo se dividía en dos y cuarto. En lo que se refiere a la dimensión vertical, todo se dividía en tres cortes. La expresión arquitectónica de esta concepción la encontramos en las pirámides truncas, con una base de cuatro lados. En el cartel, esta numeración, la podemos traducir así: Todos son, en cierto sentido, iguales para el objeto de trabajo, el psicoanálisis. Todos realizan un trabajo recíproco, complementario y se benefician de la redistribución del producto final individual. El psicoanálisis aportó con la función del "mas uno" en esta estructura.
![]() Pero si nosotros trazamos, entonces, una línea continua entre cada uno de los cuatro puntos, y la continuidad de la línea muestra la homogeneidad, nos encontramos que hay dos puntos que no se pueden unir con la línea. Aquí hay un impase, un límite, un real, un lugar vacío, algo que falta, una ausencia. Hay menos una línea. El sicoanálisis no se contenta con dejar las cosas en menos, es decir, reprimidas. Buscamos nombrar lo innombrable, y que se produzca un plus de goce, es decir "uno en más", tramitado por el lenguaje, por el significante. Por eso Lacan nombró ese lugar vacío con el algoritmo, o que es lo mismo decir, operador lógico o símbolo matemático, el "+1". El "+1" da cuenta de ese lugar ausente, con una presencia. Esa ausencia tiene que ser nombrada en un cartel, de manera simbólica, imaginaria y real, es decir, personificada. Ya estamos hablando del nudo borromeo ("x+1"), con el cual se estructura el cartel. El espacio vacío en el centro, entre los tres redondeles, allí está el "+1". Cumple su papel de hacer girar el nudo borromeo, de manera circular, como el lenguaje que circula. Pero en cada uno de los círculos hay también un agujero, es decir, en cada cartelizante. Esto hace que los círculos se cuasi-anuden o cuasi se desanuden. Cada círculo se anuda de la misma manera que los otros, pero si uno se corta, o un cartelizante se retira, el nudo desaparece, el cartel deja de funcionar. El más uno está para que esto no suceda, en la medida de lo posible, encarando las dificultades del pegoteo imaginario, las imposibilidades reales de reunirse o de asistir, que a veces suceden, y aquello de goce que paraliza la elaboración simbólica. El "más uno" resulta ser, desde ese lugar vacío, el agente provocador para el trabajo teórico, el que desafía al duelo simbólico múltiple. Pero matemáticamente, el "más uno" es un algoritmo y por tanto no se sostiene aislado, de igual manera que el significante. En sí mismo no es demostrable, y cuando se lo demuestra en su diferencia con otros algoritmos, caduca, desaparece. Es decir, cuando su función quedó demostrada, al haber facilitado que cada miembro del cartel termine una producción escrita en el máximo de dos años, decide disolver el cartel y se disuelve el mismo como "mas uno". Se formarán otros carteles con otros "más uno". Los cuatro cartelizantes iniciales nombran un "mas uno" por consenso, pero tiene que ser de fuera del grupo, dando cuenta de una extimidad, El vacío que está dentro del cartel, está afuera también. El Otro es otro tachado. Es decir, el otro no existe, no garantiza nada, pero ese pasaje de afuera para dentro, es simbólico de una falta, que se la nombra. Esa falta implica el deseo. Y como el deseo de uno es el deseo del otro, la función del "más uno" es provocar ese deseo, el deseo de saber. ¿Y porqué se escoge a una persona específica y no a otra para ocupar ese lugar vacío? Pues Lacan lo explicó cuando dijo que los matemáticos creen en las matemáticas, en los significantes puros que no significan nada. Y como no significan nada sólo les queda creer en ellas, como uno cree en una mujer. Y al creer en ellas, las toman como una persona, las personifican. Pues simplemente se cree o se confía, que esa persona va a cumplir el papel de representar la división subjetiva del cartelizante, no de la posición del supuesto saber, sino del saber en falta de cada uno de los cartelizantes, y así le da una consistencia simbólica al cartel. No cierra la estructura sino da cuenta del límite de esta con lo real, para disminuir lo imposible de saber. Sino se apunta a lo real desde el punto de vista teórico, el "+1" está en la obligación de disolver el cartel. Basta que haya uno que no trabaje y el cartel no funciona, será en todo caso, un grupo corriente. El "+1", que da cuenta que hay algo más que uno por uno, provoca e incita al trabajo sobre el sicoanálisis. Se coloca así como un S1, como un pequeño amo, pero muy disminuido, por lo que he mencionado. Resulta ser como un pequeño amo, minimizado, histérico, es decir, que mueve a cuestionar el saber establecido, e interroga sobre la falta en el saber. A su vez, el "+1" hace conexión con el resto de la Escuela. Una Escuela estructurada también como "+1". Sin esta estructura de Cartel, la Escuela es imposible en el nuevo siglo. Hay que poner el énfasis allí, tanto en la intención, como en la extensión. Incluso, estuve pensando en una modesta propuesta, para discutirla. Hablo de la posibilidad que, para disminuir el efecto de grupo y de liderazgo, y potenciar más al conjunto de la Escuela o el Colegio, el Directorio del mismo, al lado de la ejecución de sus responsabilidades específicas, podría siempre formar un cartel cuyo tema sea la Escuela como tal. Es decir, donde se elabore teóricamente las experiencias que atraviesa la escuela.
En el cartel el supuesto saber está en la transferencia de trabajo, en el
cartel del pase en el pasante y en el cartel del directorio sobre la escuela,
¿podría decirse que está en la escuela misma, que está en falta?. Propongo
además, que la persona que sería nombrada como "más uno" en este cartel, sea
un analista de la Escuela, pero que no sea miembro del directorio de la Escuela. Muchas gracias. BIBLIOGRAFIA
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